Nos adentramos en la obertura de Jesucristo Superstar, bastante menos intensa que las demoledoras ráfagas en vaivén que editaron Canarios en la anteriormente citada banda sonora del musical. Los actores-cantantes salen a escena descendiendo desde un muro, siendo aquella posición pronto tomada por militares vestidos con uniformes de camuflaje, y acompañados siempre por un camarógrafo de vídeo del ejército que filma los altercados. Y aunque el montaje ya llama la atención desde los primeros segundos, la actuación de los apóstoles (ahora los doce se reparten entre ambos sexos) intentando enfrentarse con pose chulesca a la milicia poco o nada estremece. Hay demasiado ambiente calmado en miradas que no convencen. Parecen necesitar tiempo para el calentamiento, por lo que sus movimientos y gesticulaciones corporales no casan con lo que sus rostros nos transmiten. Pudiese ser un elenco de Giorgio Aresu, nada que ver con la garra impresa, por ejemplo, en las interpretaciones de la filmación norteamericana que tenía a Ted Neeley en su papel de Jesús y al hoy fallecido, y siempre indiscutible maestro vocal, Carl Anderson como Judas (para mi gusto, el único al que no han superado a lo largo de los años).
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