La tienda de Cerdá estaba situada en la ciudad de Alcoy, y se dedicaba a comprar y vender cuadros a numerosos pintores para vender a comerciantes españoles y extranjeros. Camilo al observar que este negocio era muy productivo, debido que con su labor artística era capaz de cobrar un sueldo muy suculento, decidió producir con su ingenio numerosos cuadros. Inicialmente, no existía una técnica depurada, pero con el tiempo empezó a utilizar diversas técnicas como oleos, acuarelas, lápices, etc...
Pintaba cuadros grandes y medianos; en papel, madera, y con distinta temática: paisajes, retratos, bodegones y demás temas. A través de estampas que había copiado, Camilo las modificaba según su imaginación y deseo, incluyendo una parte real que era los paisajes de su ciudad natal, Alcoy, donde los arboles, las casas y los campos eran incluidos en sus cuadros.
Con el tiempo los cuadros de Camilo se hicieron costumbre en la tienda de Cerdá, y este pagaba al contado lo estipulado por cada cuadro. El dueño de la tienda le encargo que estudiara el estilo Cerdá a través de algunos cursillos.
Esta tienda no solo la regentaba Cerdá, además se encontraban tres hermanas, Dorita, Victoria y Angelines. Ellas trabajaban con bastante eficiencia, y Camilo pudo aprovecharse de sus conocimientos para poder adquirir estas técnicas. Angelines se esforzaba para que Camilo consiguiera dominar su estilo. Gracias a la amistad que nació entre las hermanas y Camilo, este pudo aprender bastante hasta llegar a ser un buen pintor. A cambio de sus enseñanzas, Camilo le devolvía este favor cantando canciones antiguas de Joselito, Antonio Machín y Juanito Valderrama. Los boleros era un estilo musical que ellas eran muy entusiastas. Era su moneda de pago después de las molestias que estas tres hermanas se habían tomado con Camilo Sesto.
Por tanto, cuando aún no había cumplido los dieciséis años su futuro artístico estaba despejándose ya.
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