Como en todo grupo social siempre había de haber un miembro que ejerciera de administrador, esta función la realizaba perfectamente Remigio, el cual cobraba del marchante Caballero, y luego pagaba la renta del alquiler de los cuatro miembros.
Como el presupuesto era muy pequeño, Remigio se encargaba de llevar a todos a un restaurante, este estaba cerca de la casa, pero si el hambre le quedaba aún lejos de la casa se reunían en un restaurante muy, muy barato, el menú consistía en una sopa o un potaje, un huevo frito y una salchicha con patatas. El precio del menú era de diez pesetas, las pesetas de aquellos tiempos...
Durante este tiempo, la pintura fue la herramienta gracias a la cual Camilo se alimentaba, pues la música aún seguía dormida. Una de las condiciones que había que aceptar con el marchante era la de admitir una firma colectiva que se llamaba Campillo, esta condición se imponía a Camilo y a los demás artistas. Como confesó Camilo años atrás, los cuadros que compraba el marchante tenían un cierto prestigio y calidad, y aunque Camilo fue una persona muy humilde y sencilla reconocía que sus cuadros era de buena calidad, que cuando al observarlos en alguna galería u otro lugar este se avergonzaba de ello, porque era muy tí
mido en su fuero interno.
Muy perfeccionista desde joven por ello que no se enorgulleciera de sus cuadros
ResponderEliminarSi, era muy crítico consigo mismo
EliminarHermoso Camilo en todo lo q hacia
ResponderEliminarLe encantaba ser el mejor, aunque a veces era muy critico consigo mismo, y no quedaba contento con ello.
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