Marchitará la rosa al viento,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre
Y la vida de Camilo continuaba avanzando, poco a poco sin tregua, actuando el los clubes y ensayando donde podían para así hacerse con un amplio repertorio musical.
Hablando de los ensayos, Camilo solía practicar en un ático, el cual era una parte del Copacabana, y que amablemente el dueño le cedía para ese cometido. Como era tan grande, en el ático se tendían los manteles y servilletas, y mientras les acompañaban tan amables compañeras, ellos componían las versiones de los grupos que tanto admiraban, tales como Los Beatles y su Help, y la pasión era tan apabullante de Camilo, que los demás miembros se quedaban atrás en esas ganas de avanzar y seguir, no importaban los obstáculos que apareciesen, pues el con esa pasión que desbordaba los franqueaba, algo que los demás como se observará después no lo harán. Para Camilo el hambre y el frío no eran impedimentos infranqueables, y aunque sufría por no poder cenar o por pasar frío, esas ganas de llegar a donde se había propuesto eran mas grande.
Y como las dificultades iban en aumento, el grupo se iba desuniendo y empezó a vacilar. El primero fue, Emilio Barrachina, debido a que la madre le decía que su ausencia le producían ataques. José Luis, escogió la excusa de que estaba olvidándose demasiado de sus estudios de arquitectura. Jesús, que tanto le había ayudado en pintar los cuadros, decidió dedicarse a la pintura y al final, quedaron dos miembros y Camilo. El grupo Los Dayson se iban desmembrando poco a poco hasta hacerse insostenible, y lo que parecía un buen comienzo, quedó en triste ensueño, algo no muy raro, pues casi todos los grupos musicales iban desapareciendo poco a poco, por múltiples motivos.
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